Parecía un triunfador y se esforzaba
en parecerlo, aunque su actitud extremadamente cordial lo delataba.
Salvador era un tipo amistoso, de aquellos que gusta gustar.
Necesitado de reconocimiento y valoración, su empeño iba dirigido a
ese fin.
Era un personaje gracioso, de esos que
divierten en las fiestas y agrada de su compañía. Siempre dispuesto
a contar la anécdota más fascinante, envuelta en un halo de
absoluta credibilidad. Esas historias delirantes pero fantásticas,
narradas en primera persona, captaban admiración.
Sin embargo, una mirada más
observadora se sorprendería de que alguien tan sociable gozara de
tan pocos amigos, apenas un par, si somos generosos. Acercarnos a su
historia nos llevaría a entenderlo:
Hijo orgulloso de un padre triunfador, adicto a aquellos éxitos que llevaran consigo un reconocimiento público. Salvador creció señalado como "El hijo de", tal fue su suerte, que vivió sintiéndose en
deuda perpetua con semejante carga. Una condena que aceptaría sin fianzas.
Siendo el hijo de alguien aprendió a
vivir la vida de nadie.
Y es que quien vive bajo la sombra
alargada de un padre brillante está condenado a brillar, aunque su
luz sea robada.
Salvador invirtió toda una vida en
parecerse a él, y el precio fue renunciar a su persona, tan poderosa
es la lealtad al apellido que uno hereda. Construyó poco a poco, con
más renuncia que destreza, una imagen suya de cartón piedra, un
reflejo vacío que el espejo no le devolvería. Un doloroso fraude,
más para sí mismo que para el mundo, porque quien pretende ser, no
es y la propia naturaleza acaba por descubrir el engaño.
Y llegó el día en que se descubrió
agazapado, ocultándose para no ser descubierto, y entonces entendió.
Entendió que el reverso de la cara es
la cruz, y que el coste de una vida vacía por falsa es demasiado
alto hasta para los farsantes. Y añoró el sabor de lo auténtico
que nunca conoció. Y soñó con poder contarle a alguien sus miedos,
sus mentiras..y se sintió solo y asustado.
Y se refugió en el alcohol. La
alternativa requería honestidad y valor...
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