sábado, 25 de junio de 2016

¿QUIÉN PAGA LOS PLATOS ROTOS?

A menudo me sorprendo recordando algún refrán o expresión popular al observar cualquier escena de la vida cotidiana. Acto seguido y como un resorte, me viene a la cabeza el término acuñado por la Psicología para explicar lo observado. Sonrío pensando en cómo nos gusta "redefinir" las cosas, "rebautizarlas", decir lo mismo con palabras diferentes que puedan sonar más serias. Es gracioso..En definitiva, plagiamos lo que ya existe y lo disfrazamos de original. Además nuestra naturaleza nos empuja a clasificarlo todo, a encasillarlo, a ordenar hasta donde no hay desorden. Hacemos complejo lo simple y difícil lo fácil. Somos extraordinariamente sencillos, que no sencillamente extraordinarios.



Quedémonos, de momento, con esta expresión popular “Pues si estás enfadado con él, no lo pagues conmigo”

o como dirían los psicólogos más refinados “Estás desplazando tu ira hacia el objeto equivocado”


Expresiones como éstas me vinieron a la cabeza hace un par de semanas, cuando presencié una escena que me conmovió, más por los ausentes en esa historia que por el personaje que la relataba.

Caminaban delante de mí dos hombres de unos cuarenta años. Uno de ellos, visiblemente exaltado, le cuenta al amigo en un tono altamente agresivo, lo indignado que está con su padre, y acto seguido le narra lo ocurrido, que me limitaré a transcribir tal cual oí:

“¡Será hijo de puta, mi padre! Pues no me grita que deje de pegar a mi hijo, que si le sigo dando lo voy a matar! Y yo le grité: ¿Que deje de hostiarlo? No te gusta que pegue a tu nieto, ¿eh? Ahora protestas, ¿eh? Pues cuando me pegabas a mí esas palizas, no te quejabas, ¿verdad? Pues ahora te jodes!”

Y prosigue diciéndole al amigo: “Pues como veo que le jode, más le voy a pegar delante de él!”

¿No es ésa una escena tremenda?

El hijo castiga a su padre maltratando a su propio hijo, porque ha descubierto que eso le hiere. El resentimiento de un hijo hacia su padre lo paga el nieto. Ha habido un desplazamiento del dolor y de la rabia que no pudo ser resuelto en su día con los protagonistas verdaderamente implicados. Y ahora el nieto sufre las consecuencias, porque cuando las cuentas no se saldan, quedan facturas pendientes que buscaremos cobrar, aunque sean otros quiénes las paguen. Habremos hecho una “imposición en diferido de la deuda" que heredarán quiénes no la contrajeron. Y pagarán intereses de demora, que no nos quepa la menor duda.

Este patrón puede seguir repitiéndose por generaciones ya que siempre habrá alguien que “pague los platos que otros rompieron”.

Ese hombre al que oí relatar su historia con amargura y resentimiento, estaba ciego. No podía ver que lo que no quiso para sí cuando era niño, ahora se lo estaba entregando a manos llenas a su hijo. O dicho de otra manera, lo que deseó para sí, se lo negó a su hijo.

A menudo “pagan justos (o inocentes) por pecadores”, dice el refrán...

o como dicen los psicólogos "a menudo las tensiones familiares se canalizan a través del chivo expiatorio"

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