jueves, 22 de noviembre de 2012

WHATSAPP: NADA QUE DECIR


Observo, preocupada, ciertas obsesiones. Hábitos adquiridos, que de forma más rápida que lenta, se instauran en la vida de muchos. La tecnología punta y los avances exprés en materia de comunicación son un ejemplo, como el archiutilizado "whatsapp”.

La exigencia de inmediatez y la frustración de no satisfacerla al instante, hace de este canal de comunicación un medio aparentemente ideal, aunque no lo sea.

Es habitual ver a la gente, por la calle, caminando y whatsappeando, esperando el turno en alguna tienda ejercitando el pulgar, o en la cola del cine…O dentro del mismo, para tortura de algunos, durante el visionado de la película. Se ha convertido en algo normal, que no extraña, que se acepta y se comparte. Y tiene sus ventajas, obviamente. No voy a enumerarlas. Como suele decirse, el medio es fantástico, otra cosa es el uso que se haga de él.  Aunque la verdad sea otra.

Lo que empezó siendo una moda adolescente ha cobrado vida en la adultez madurita, con el mismo entusiasmo obsesivo y catatónico. Un éxito comercial, sin duda. Nuevamente, se creó una necesidad donde no la hay. Y la compramos, sin cuestionarnos qué nos están vendiendo y para qué. Tragamos, consumimos con voracidad insaciable, digerimos mal y vomitamos.

Cada día llega más gente a consulta con malos entendidos comunicacionales, provenientes del maravilloso whatsapp. Y es que son muchos quienes viven en él. Se enamoran a través de mensajes escritos, se desenamoran, se decepcionan, se desafían, se cabrean, se dejan, se vuelven a querer, se odian, se vuelven a dejar… Y lo que es más sorprendente, a la par que absurdo, sin siquiera sentir la necesidad de verse, ni de tocarse, ni de decirse, ni de mirarse. Quizás ése sea su éxito y su fracaso.

Los malos entendidos son habituales, como lo es la no resolución de los mismos, ¿para qué si está clarísimo lo que el otro me dice y su intención? " Fulanito me dijo je je je en una clara señal de burla…Menganito tardó más de media hora en contestarme…eso quiere decir que no le importo ¿no?"
 Actos insignificantes que se elevan a categorías supremas.

Y es que lo que uno dice y lo que el otro entiende, a veces, ni es lo mismo ni se parece.

Asombrosa paradoja: un exceso de comunicación que incomunica, y no sólo a los participantes activos del tecleo obsesivo, sino también a éstos en su entorno real. 

No es raro ver a dos personas aparentemente juntas ( porque comparten una mesa y café), con sendas miradas puestas en sus pantallas móviles respectivas, en una actitud de ausente presencia. Sólo en cuerpo presente, sí, como los muertos, pero en vida, que es más triste si cabe.

Estar pendiente del móvil a todas horas, en cualquier lugar, no importa con quién estés ni para qué. Relaciones virtuales que no son relaciones, sólo intercambios impulsivos, de consumo rápido, perfecto para inapetentes. Sin arriesgar demasiado, y sin embargo, arriesgándolo todo.

Con los adolescentes quizás ocurra como nos pasó a nosotros con los walkman, que nos recluíamos en nuestra música y nos aislábamos del mundo, como una forma de vivir nuestros pensamientos, a solas, sin más compañía que nuestros ídolos, pero a otras edades, quizás sean otros los motivos…Y no sé si muy alegres.

Pasear por la calle viendo cabezas gachas, con serio riesgo de descoyuntarse las cervicales,  además de hostiarse con quienquiera que se cruce en sus caminos, me lleva a pensar que, bien mirado, esta moda duradera es una suerte para los fisioterapeutas, y por qué no, para nosotros, los psicólogos. Quizás debería verlo con más optimismo.

7 comentarios:

Lady Tea dijo...

Te leo hace mucho, mucho tiempo .. pero esta vez me ha gustado tanto tu entrada que te enlazo en mi blog..
si no te importa..
Y si te importa dímelo y te 'desenlazo'...
aunque, claro, ahora que lo pienso.. estoy tan segura que no te va a importar que ya lo hago sin esperar tu respuesta ;)

Besos

Cris Mandarica dijo...

Pues yo vengo por recomendación de Lady Tea, estoy completamente de acuerdo con todo lo que dices. Me quedo, sin duda, con esta frase: "Asombrosa paradoja: un exceso de comunicación que incomunica.". Biquiños!

Key Hunters dijo...

Whatsapp es un invento estupendo; ya no hay horas de aburrimiento en salas de espera ni esperando al autobús. Pero la gente parece no tener límites. Yo intento ignorar el móvil lo que puedo cuando estoy tomando algo con gente, porque me parece una falta de respeto absoluta ponerme a mandar mensajes cuando hay alguien que intenta hablar conmigo. Lo contrario me parece lamentable, la verdad. Veremos si esto es pasajero o si acaba formando parte de la vida de todo el mundo.

Javier dijo...

Esto pasa desde los tiempos de Messenger, que la gente vive más en las ventanitas virtuales que en la realidad. Obviamente el móvil ha hecho que ahora sea 24 horas al día. En el futuro simplemente no hablaremos unos con otros, sólo saldremos para lo indispensable, y nos comunicaremos a través de máquinas.

Mayte Leal dijo...

Una moda pasajera que será sustituida por otra más atractiva,aunque la novedad sea añadir un pequeño plus, porque al fin y al cabo, el mercado necesita alimentar la fiebre del consumo compulsivo, y nada mejor que crear nuevas necesidades, aunque éstas en realidad no lo sean.

Gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

comparto la opinión con Lady Tea, Mandarica y Key Hunters y secundo lo dicho... no tengo mucho que añadir que no se haya comentado antes pero bien es cierto que cada vez perdemos más la calidad de la comunicación interpersonal, de tu a tu sin monitores, moviles ni nada.
Lo que se disfruta de tomar una cerveza o un café y disfrutar de la mirada de quien te habla...
Me encantó tu blog.
Saludos!!

Anónimo dijo...

Es la misma historia de siempre, cualquier cosa llevada al extremo o al exceso siempre es contraproducente. Mónica.