No la entiendo. Se queja por todo y
sin motivos. No sé que hacer...Cuando llego a casa después del
trabajo y la veo con esa cara tan agria, me pregunto qué le habrá
pasado, pero no me atrevo a decirle nada, no vaya a ser que se
rebote conmigo y la liemos. De modo que no le digo ni mu, me callo,
y aguardo a que la cosa se calme. Pero no le quito ojo, claro. La
observo con sigilo, sin que se dé cuenta, esperando encontrar
alguna señal que me indique que la tormenta ya pasó. No puede
quejarse de mí, porque la dejo tranquila, para no molestarla. Es
que ni la miro. Me siento en el sofá y enciendo la tele, como si no
pasara nada, para que vea que respeto su tiempo para “desenfadarse”.
A menudo la situación es incómoda, porque tengo que ponerle mucho
empeño en no cruzarme la mirada con ella, no se vaya a creer que la
estoy mirando mal, cuando yo lo que quiero saber es si ya se le ha
pasado...
No lo entiendo. No se puede hablar con
él. No sé qué hacer...Cuando llega a casa después del trabajo, y
me ve enfadada o triste, ni siquiera se molesta en querer saber qué
me pasa, es que ni me pregunta. Se va directo al sofá y
enciende la tele, como si no pasara nada. Me ignora, no le importa
cómo estoy o qué me ha ocurrido. Es que ni me mira. Siento que ya no
le importo y no quiero vivir así...
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