Hacemos cosas extrañas, en serio. Me
fascina nuestra capacidad para el absurdo. Estamos entrenados en eso,
y lo curioso es que no tenemos conciencia alguna.
A menudo acuden a terapia padres
indignados con sus hijos, o parejas desesperadas, cuya queja suele
ser: “Yo quiero que Fulanito haga X, pero además quiero QUE
SALGA DE ÉL”
Y los más soñadores añaden: “Y que
lo haga con alegría, porque le apetezca, no porque se lo pido yo”
¿No es extraordinario? Analicemos el
absurdo “que salga de él”
En el momento en que EXIGIMOS algo,
ya estamos impidiendo su ESPONTANEIDAD. Por
tanto, “que salga de él” es una petición de imposible
ejecución.
Es una paradoja.
Un absurdo. Una trampa.
Si pretendemos que el otro haga de
forma voluntaria y espontánea lo
que NO hace de forma voluntaria y espontánea, ¿no estamos pidiendo
un imposible y castigando su incumplimiento?
Entonces el resultado no puede ser otro
que la impotencia por parte del exigido, que
no podrá cumplir la exigencia y la frustración por parte
del exigente, que se sentirá
“desoído”..Un cul-de-sac, vamos. Persistir en esta
dirección es invertir en desazón y resentimiento. Es perderse en
pretensiones.
Veamos este lío más de cerca:
¿Te nace a ti lo que no te nace?
Es decir, no nos contentamos con que
el otro, atendiendo a nuestra petición y con demostrado esfuerzo,
haga aquello que no le place (o no le nace), sino que ¿exigimos que
le “nazca”? ¿No es de locos esa exigencia?
Quizás lo que “el demandante”en
realidad esté queriendo expresar, probablemente sin siquiera ser
consciente de ello, sea algo así:
“Querido Fulanito, quiero que
hagas X (algún imperativo intransigente) sin que yo tenga que
pedírtelo, porque no soporto sentirme mal (culpable) por forzarte a
hacer algo que sé que no te apetece (o simplemente tu naturaleza no
te permite hacer), pero que sin embargo, insisto en que hagas.
De modo que deseo me liberes de esa
desagradable sensación y la única manera posible es que me
complazcas cumpliendo mi fantasía, y lo hagas no sólo sin
rechistar, sino además sintiendo de corazón el fervoroso deseo de
hacerlo. Pero recuerda: nada de esfuerzos. Necesito ver que sale de
ti de forma natural, con una innata disposición, sino no me sirve.
Y desde luego, espero que puedas
reconocer el sufrimiento y sacrificio al que me sometes por tus
reiteradas negativas a sentir y
a hacer lo que yo te exijo.”
Obviamente no hay mala fe detrás de
este absurdo, sólo unas ganas infinitas de que las cosas (y las
personas) sean como nos gustaría que fueran...pero la realidad es
terca y muchas veces se resiste a nuestros deseos.
(la viñeta como no, de El Roto)
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