Observo, preocupada, ciertas obsesiones. Hábitos adquiridos,
que de forma más rápida que lenta, se instauran en la vida de muchos. La
tecnología punta y los avances exprés en materia de comunicación son un
ejemplo, como el archiutilizado "whatsapp”.
La exigencia de inmediatez y la frustración de no
satisfacerla al instante, hace de este canal de comunicación un medio aparentemente
ideal, aunque no lo sea.
Es habitual ver a la gente, por la calle, caminando y
whatsappeando, esperando el turno en alguna tienda ejercitando el pulgar, o en
la cola del cine…O dentro del mismo, para tortura de algunos, durante el
visionado de la película. Se ha convertido en algo normal, que no extraña, que
se acepta y se comparte. Y tiene sus ventajas, obviamente. No voy a enumerarlas.
Como suele decirse, el medio es fantástico, otra cosa es el uso que se haga de
él. Aunque la verdad sea otra.
Lo que empezó siendo una moda adolescente ha cobrado vida en
la adultez madurita, con el mismo entusiasmo obsesivo y catatónico. Un éxito
comercial, sin duda. Nuevamente, se creó una necesidad donde no la hay. Y la
compramos, sin cuestionarnos qué nos están vendiendo y para qué. Tragamos,
consumimos con voracidad insaciable, digerimos mal y vomitamos.
Cada día llega más gente a consulta con malos entendidos
comunicacionales, provenientes del maravilloso whatsapp. Y es que son muchos
quienes viven en él. Se enamoran a través de mensajes escritos, se desenamoran,
se decepcionan, se desafían, se cabrean, se dejan, se vuelven a querer, se odian,
se vuelven a dejar… Y lo que es más sorprendente, a la par que absurdo, sin
siquiera sentir la necesidad de verse, ni de tocarse, ni de decirse, ni de
mirarse. Quizás ése sea su éxito y su fracaso.
Los malos entendidos son habituales, como lo es la no
resolución de los mismos, ¿para qué si está clarísimo lo que el otro me dice y
su intención? " Fulanito me dijo je je je en una clara señal de burla…Menganito
tardó más de media hora en contestarme…eso quiere decir que no le importo ¿no?"
Actos insignificantes que se elevan a categorías supremas.
Y es que lo que uno dice y lo que el otro entiende, a veces,
ni es lo mismo ni se parece.
Asombrosa paradoja: un exceso de comunicación que
incomunica, y no sólo a los participantes activos del tecleo obsesivo, sino
también a éstos en su entorno real.
No es raro ver a dos personas aparentemente
juntas ( porque comparten una mesa y café), con sendas miradas puestas en sus
pantallas móviles respectivas, en una actitud de ausente presencia. Sólo en
cuerpo presente, sí, como los muertos, pero en vida, que es más triste si cabe.
Estar pendiente del móvil a todas horas, en cualquier lugar,
no importa con quién estés ni para qué. Relaciones virtuales que no son
relaciones, sólo intercambios impulsivos, de consumo rápido, perfecto para
inapetentes. Sin arriesgar demasiado, y sin embargo, arriesgándolo todo.
Con los adolescentes quizás ocurra como nos pasó a nosotros
con los walkman, que nos recluíamos en nuestra música y nos aislábamos del
mundo, como una forma de vivir nuestros pensamientos, a solas, sin más compañía
que nuestros ídolos, pero a otras edades, quizás sean otros los motivos…Y no sé
si muy alegres.
Pasear por la calle viendo cabezas gachas, con serio riesgo
de descoyuntarse las cervicales, además
de hostiarse con quienquiera que se cruce en sus caminos, me lleva a pensar
que, bien mirado, esta moda duradera es una suerte para los fisioterapeutas, y
por qué no, para nosotros, los psicólogos. Quizás debería verlo con más
optimismo.
7 comentarios:
Te leo hace mucho, mucho tiempo .. pero esta vez me ha gustado tanto tu entrada que te enlazo en mi blog..
si no te importa..
Y si te importa dímelo y te 'desenlazo'...
aunque, claro, ahora que lo pienso.. estoy tan segura que no te va a importar que ya lo hago sin esperar tu respuesta ;)
Besos
Pues yo vengo por recomendación de Lady Tea, estoy completamente de acuerdo con todo lo que dices. Me quedo, sin duda, con esta frase: "Asombrosa paradoja: un exceso de comunicación que incomunica.". Biquiños!
Whatsapp es un invento estupendo; ya no hay horas de aburrimiento en salas de espera ni esperando al autobús. Pero la gente parece no tener límites. Yo intento ignorar el móvil lo que puedo cuando estoy tomando algo con gente, porque me parece una falta de respeto absoluta ponerme a mandar mensajes cuando hay alguien que intenta hablar conmigo. Lo contrario me parece lamentable, la verdad. Veremos si esto es pasajero o si acaba formando parte de la vida de todo el mundo.
Esto pasa desde los tiempos de Messenger, que la gente vive más en las ventanitas virtuales que en la realidad. Obviamente el móvil ha hecho que ahora sea 24 horas al día. En el futuro simplemente no hablaremos unos con otros, sólo saldremos para lo indispensable, y nos comunicaremos a través de máquinas.
Una moda pasajera que será sustituida por otra más atractiva,aunque la novedad sea añadir un pequeño plus, porque al fin y al cabo, el mercado necesita alimentar la fiebre del consumo compulsivo, y nada mejor que crear nuevas necesidades, aunque éstas en realidad no lo sean.
Gracias por vuestros comentarios.
comparto la opinión con Lady Tea, Mandarica y Key Hunters y secundo lo dicho... no tengo mucho que añadir que no se haya comentado antes pero bien es cierto que cada vez perdemos más la calidad de la comunicación interpersonal, de tu a tu sin monitores, moviles ni nada.
Lo que se disfruta de tomar una cerveza o un café y disfrutar de la mirada de quien te habla...
Me encantó tu blog.
Saludos!!
Es la misma historia de siempre, cualquier cosa llevada al extremo o al exceso siempre es contraproducente. Mónica.
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