Provengo de una familia altamente dramática, donde se
confunden graciosa y penosamente, dos géneros novelescos: el drama y la
comedia.
Este trueque en el contexto de cualquier escena, provocará
sin duda, situaciones de una perplejidad asombrosa, que le llevará a uno a
preguntarse por su cordura.
Se dan aquellas escenas divertidas a ojos profanos, y
desgarradoras a los propios ojos.
¿Quién no ha presenciado algo así? Situaciones ridículas de
tan dramáticas, en las que el cerebro se colapsa sin saber muy bien como
procesar…¿Me río por no llorar?
Personajes centrados en sí mismos, observadores catatónicos
de su grandísimo ombligo, donde su exagerado sufrimiento o su desmesurada
búsqueda del propio bienestar,
protagoniza todos los seriales. Trivializando lo dramático o
dramatizando lo trivial, muy lejos de hacer divertida la vida, la complica y
mucho.
Escenas explosivas, de grandes aspavientos,
muecas retorcidas, portazos. Actuaciones aderezadas con un toque de amarga
humillación. El otro, no sólo no me entiende, sino que además, se burla. Y es
que, quien observa el espectáculo, gustaría de unas palomitas y algún refresco,
aún a riesgo de atragantarse.
Situaciones absurdas en las que se sufre graciosamente a
ojos ajenos (y a los propios, si fuéramos capaces de vernos en un espejo y en
retrospectiva). Fruto de este sufrimiento histérico es la siembra del soberbio
“yo siempre digo lo que pienso” (pero nunca pienso lo que digo)…¿Acaso no es ésta
la mayor parodia de uno mismo? Creer en semejante memez nos convierte en un
personaje ridículo de serie Z, una especie de justiciero torpón que se rompe la
cara contra los malos, y que luego descubrirá que no lo son…Pero será tarde, como
en una comedia de enredos al más puro estilo vodevil.
Quien funciona así, en modo tragi-cómico, funciona así
para casi todo, y eso lleva a situaciones y a historias de un dramatismo, a
veces, quijotesco.
Y es que, a menudo, confundimos qué género novelesco rige en
nuestra vida…¿Cambiaría algo si descubriéramos que aquello que nos aflige, en
realidad, es ridículamente tronchante o estúpido? ¿Y si fuera al revés? ¿Si la
historia cambia, cambian también sus personajes? ¿Vivirían la historia de un modo muy distinto? Y si
vivir es, resumiendo y a lo bestia,“hacer” o “no hacer”, “decir” o “no decir”,
¿Harían o dirían éstos algo diferente? ¿Y algo diferente llevaría a un lugar
distinto?
¿Y ese lugar distinto, puede que sea el que se persigue con
tanta desesperación?
Como en una película, tal vez cambiando el foco, enfocaríamos mejor…
1 comentario:
"Resulto más divertido cuanto más sufro" Chandler Bing
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