En su familia, como en todas las demás, existían unos
valores y unas creencias no escritas
pero grabadas a fuego por cada uno de sus miembros. La lealtad a esa forma de
pensar y ser era incuestionable.
Sus padres habían heredado a su vez, un valor por encima de
cualquier otro: la fortaleza de carácter, entendida como símbolo inequívoco de
valentía y coraje. Si algo debían ser los Rivero, serían, admirados y admirables por su implacable carácter que los distinguiría del resto de los mortales (más
débiles).
Había muchas maneras de abanderarse con ese estandarte
heráldico, sin embargo la más ambicionada por esta familia era la “dureza de carácter”. Quien se muestra serio, seco, duro en sus
palabras, enigmático, solitario y amigo de nadie, será reverenciado por todos, admirado
por su innegable “fortaleza de carácter”.
Se confundió el carácter con el mal genio.Y este mito fue creciendo con Julia.
Siendo niña, aprendió de sus padres aquellos rasgos, caras y
gestos que debían emanar con orgullo de su personita. Se esforzaba en parecer “dura” ante sus amigas de clase; la rebelde, la que ordena y no acata, la
que dice lo que piensa alto y claro (pero no piensa lo que dice),
la temible, la que se atreve, la que se esfuerza en ser…leal a los valores familiares.
No tardaría mucho tiempo en suceder que Julia se convirtiera
en una chica arisca, sin amigos, agriada, con un carácter de perros. Pero sí
tardó toda su vida en comprender la trampa de un falso mito: que es falso. Por
tanto, vivió y sufrió esforzándose en ser aquello que le habían grabado en
sangre en su propia casa: “ponte seria, no expreses debilidad, desconfía de la
gente, di siempre lo que pienses sin importarte nada ni nadie, hazte respetar
pisando más fuerte. Admiración por tu fortaleza de carácter es lo que recibirás
allá donde vayas. Desprecia al débil.”
Y confundió, como lo hicieron antes sus honorables padres,
que la fortaleza de carácter no es tener mal carácter.Tener mal genio, creerse siempre
en posesión de la verdad y reivindicarse sin argumentos, sólo con un patético “Es
que yo tengo carácter, y tú no” sólo la llevó al ostracismo social, al repudio,
a la expulsión del grupo, a casarse con un maltrador de innegable “carácter”…y
más tarde que temprano, al alarido
desgañitado y raquítico frente a los suyos...Los que un día le enseñaron a ser,
con el tiempo la juzgaron: Es que Julia tiene
ese maldito carácter…
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