Así definía EL AMOR, Jaime, un chaval
de veintipocos.
Las relaciones que había tenido,
siempre con chicas algo más jóvenes que él, se basaban en el
cuidado casi fraternal, en el mimo atento de quien protege algo
sagrado y lo custodia celosamente.
Se mostraba preocupado en exceso, y
demasiado es mucho hasta en lo bueno. Por tanto, no era de extrañar
que a Jaime le dejaran más pronto que tarde sus “conquistas”, y
sin embargo él no lograba entender porqué.
“¿Por qué me dejan si no hago otra
cosa que preocuparme por ellas?” Me repetía con pasmosa
indignación.
Curiosas las infinitas formas de
entender “el Amor”...o de mal entenderlo. No sé.
Jaime creció en una familia donde el
Amor se traducía en Preocupación
por el otro; y claro, la preocupación se encuentra en el
problema, no en la calma ni en el goce.
Jaime, digno hijo de sus padres,
buscaba chicas “con problemas”, o sea, mujeres que sufrían.
Con el tiempo le crecieron las
orejas...para oír más y mejor las penas, sin darse cuenta que eso,
lejos de atraer a las chicas, las ahuyentaba.
Basar la relación en un interés
obstinado por señalar el sufrimiento para ofrecerse como “escuchador
de penas” no es la forma más atractiva de seducción. Puede que al
principio funcione ese interés acusado por el malestar del otro,
porque reconforta saberse escuchado, pero al poco tiempo, se echará
de menos el interés curioso y alegre por saber de los gustos,
pasiones, ilusiones, proyectos, aficiones, sueños...que conforman la
propia identidad, y que también desea ser revelada, descubierta por
y para el otro.
Jaime era de ésos. Un tipo algo
tímido, de mirada amable y siempre disponible. Hizo de su habilidad
“preocupante” un arte nivel Maestría. Su puesta en escena era
impecable, juntaba las manos como un viejo predicador mientras
escuchaba atentamente como un experimentado psicólogo...Del chico
joven y seductor, ni rastro.
Si cada encuentro con la persona que se
está conociendo va teñido de gris, solo porque uno es diestro en el
manejo de ese color, probablemente acabará saturando el tono y
fastidiando el dibujo.
Porque no es lo mismo preocuparse
por alguien que interesarse por alguien...
¿Puedes ver la diferencia?
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