miércoles, 2 de marzo de 2011

BLANCO Y EN BOTELLA...


Caminaba por la calle, cuando un coche patrulla se paró ante mí. Saludé gentilmente al señor policía, que además es amigo mío, invitándole a iniciar el chiste o broma habitual, típico en este tipo de encuentros; sin embargo, él, en un gesto que yo intuí muy serio, se limitó a preguntarme por una calle cercana. Mi sonrisa se volvió compostura, y respondí sin vacilar. Deduje que no era momento de juegos, y que algo “feo”debía haber ocurrido en la mencionada calle. El coche patrulla se puso en marcha y se dirigió al lugar de los hechos…

Me quedé pensando que algo gordo debía de haber pasado. Mi amigo, el policía, parecía preocupado, serio. No hizo bromas, como acostumbra. Estaba realmente serio. Inusual en él. Empecé a imaginar qué situación pudiera estar requiriendo los servicios policiales. ¿Qué habría pasado? ¿Una pelea? ¿Un incendio? ¿Un robo? La verdad es que últimamente se han producido robos por la zona…Sí, es muy probable que haya sido eso…¿o no?

Iba yo dándole a la cabeza, y dirigiéndome hacia el lugar (vivo en una calle cercana), cuando de repente, una ambulancia pasó a gran velocidad en esa misma dirección. La evidencia decía que algo más serio pudiera estar pasando…Desde luego, alguien ha requerido los servicios de emergencia (policía y ambulancia), y esto empieza a tomar tintes siniestros, pensé. Alguien enfermo o herido, con toda seguridad.

Llegué a mi casa y me olvidé del asunto. Vivo en un pueblo. No tardaría en enterarme de lo ocurrido.


Al cabo de unas horas, volví a encontrarme con el coche patrulla, y mi amigo seguía de guardia. Esta vez, y como suele suceder, hizo aquello a lo que me tiene acostumbrada: me sonríe graciosamente y me suelta un comentario chistoso. Como soy buena descifrando códigos, deduzco nuevamente, que su distensión facial y verbo jocoso indica luz verde para responder en el mismo idioma, y me acerco alegremente (pero con solemnidad) a preguntar: Cuéntame, ¿qué ha pasado en la calle X, esta mañana? Y con la extrañeza de quien no entiende un idioma extranjero me dice: ¡Ah! Nada. Patrullando con un novato y enseñándole la zona.

“Pe…pe…pero…Calle X-Policía-Ambulancia…Blanco y en botella …¿Horchata????”


Me llevó unos minutos desbaratar la información que yo, tan hábilmente, había entretejido. Había“escogido” selectivamente aquellos elementos de aquí y de allá, que encajaban en mi “lógica visión de los hechos”, y los había ”unido” en perfecto collage, en una narrativa impecable. Como un puzzle, las piezas, cada cual en su lugar. O eso creía...

¿Cuántas veces habremos hecho eso, en situaciones más arriesgadas? ¿cuántas veces eludimos cuestionar nuestra “lógica visión de los hechos”? ¿cuántas veces habremos tejido historias que nunca tuvieron lugar? Peor aún, ¿cuántas de esas historias siguen siendo las que se cuentan, sin siquiera haber sucedido nunca?


Construimos la realidad a nuestra medida, pero no medimos la realidad que construimos. Mala cosa esa.

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