lunes, 12 de abril de 2010

ESTOY TAN FAMÉLICO QUE TE COMERÍA CON PATATAS



"Estoy tan hambriento, tan desnutrido, tan carenciado, que necesito que me alimentes, sino…¡Te comeré a ti con patatas!"

En psicoterapia es bien conocido el personaje del “Coleccionista de cabezas de terapeutas”. No es un jíbaro, no temáis, ni un psicópata como Dexter, aunque comparte con este último el apetito voraz por descarnar a sus víctimas, impulsados por un desconcertante sentido de la justicia.

El Coleccionista gusta de engrosar su lista de trofeos, con los nombres de fracasados e inútiles personajillos del mundo de la Salud Mental a los que cree haber dado caza, para pavonearse luego, de tamaña heroicidad, en eventos familiares o en reuniones amistosas. Relata como su indudable sagacidad e iluminada inteligencia, le ha llevado en múltiples ocasiones a alzarse triunfal, con la consabida derrota del triste y acorralado terapeuta de turno.

¡Y es que son tan tan tan y tan especiales y difíciles, que ningún psicologuillo del tres al cuarto, podría con ellos!

Corresponde a ese tipo de personas que cuando entra en consulta, mira desafiante esperando tener delante a un contrincante que esté a la altura. Los primeros minutos son de tanteo. No se mostrará agresivo sino expectante. Mirará con recelo al portador del honorable título de Licenciado con foto de orla a sus espaldas, mientras piensa: Yo, a ti, te como con patatas.

Son personas cuya necesidad de lucha es constante, y lamentablemente no sólo en la consulta. Personas cuya identidad se fortalece si y sólo si se derrota al adversario. Invierten gran energía en el combate, en las batallas cuerpo a cuerpo. No hay tregua, no hay descanso. El mundo es un lugar hostil. Hay que desconfiar del enemigo (y del amigo, por si acaso). Si bajas la guardia…nunca se sabe.

Espectáculo de triste soledad y enorme fragilidad. La necesidad constante de gritar al viento:

¿Vés como soy tan especial, tan fuerte, tan duro, que nadie puede conmigo? Ni siquiera ellos, los especialistas, los comecocos, los psicolocos…Ésos que creen que pueden “entrar en mí sin mi permiso”. ¡Soy poderoso, fuerte, imbatible! ¿Lo vés? ¿Lo estás viendo? ¡Dime, por favor, que soy tan fuerte que no puedes conmigo!

¡Te lo ruego, te lo suplico, por favor, dímelo…dímelo…y DÍSELO A ELLOS, a mi mujer, a mi marido, a mis padres, a mis hijos, a mis hermanos, a mis vecinos, a mis compañeros de trabajo…A todos ellos, por favor, diles que SOY ALGUIEN.


Mientrastanto en algún lugar apacible, durante una velada amigable:

- Yo no creo en los psicólogos.

- Natural, aún no han beatificado a ninguno…¡los milagros a Lourdes!

- Bah! He ido a cinco, y que te diga mi mujer, ¡Me los comí con patatas! Les rebatía todo lo que me decían…¡No pudieron conmigo!

- ¡Vaya! Pues cuanto lo siento.

- ¿Pero qué dices? ¡Si salí airoso! Los gané!

- No, perdiste 5 veces.

- Eing??? ¿Comorrrrr?

- Te cargaste 5 oportunidades de cambio posible. Mala estrategia hacerse el harakiri para sentirse vencedor…muy mala estrategia, ¿no crees?


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este hombre se podria comparar con la persona que acude al dietista para adelgazar y cuando sale se hincha de pasteles..y luego dice que no le funciona la dieta porque el médico no es bueno.
Creo que hay gente que no tiene remedio porque se recrean en sus penas, porque sin ellas no tendrian nada mas que contar.. Por tanto no les interesa curarse.

Un saludo

Anónimo dijo...

Con sólo leer tu entrada, me agoto, sin embargo,ellos parecen incombustibles, pero los demás nos vamos consumiendo con tanto ilusionismo.

P.D. Gracias por contestar a mi comentario, es una deferencia que no me esperaba.Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Caramba Maite, si que te haces de rogar, llevas dos meses sin escribir una línea en tu blog!!! Nos vamos a aprender las entradas de menoria!!