sábado, 25 de abril de 2009

TE MIRO PERO NO TE VEO


“¡No lo soporto! Es un imbécil. ¡Maldito engreído de mierda! ¡Además está paranoico, piensa que todos hablan de él, se cree tan importante, el muy capullo…”

¿Suena familiar? Me refiero a la crítica corrosiva que solemos hacer con total impunidad. Arrasamos al enemigo, le cortamos el pescuezo de un solo tajo, o si nos lo permite el amigo oyente a quien vomitamos las pestes (cómplice en la escucha, pasivo receptor de nuestra saña verbal, o activo compañero de malas lenguas) nos recreamos en la carnicería sanguinaria del degüello, y despedazamos a nuestra víctima lentamente, marcando las heridas y hurgando en ellas, sin prisa alguna, recreándonos. Es un arte. Lo paradójico del asunto es que después del ejercicio dialéctico, de la convulsión y el vómito, lejos de liberarnos o de sentirnos aliviados, nos aflora cierto malestar. ¿Y eso por qué? ¡Si el imbécil se lo merece! (por imbécil)…¡No, si el capullo soy yo porque encima me siento mal por haberlo criticado! ¡Esto es el colmo! ¡Después de cornudo, apaleado! ¡Qué injusta es la vida! ¡Pues se va enterar el muy lerdo! ¡Esto no va a quedar así…que le den! ¡Ya se lo encontrará!¡El tiempo pone a cada cual en su lugar…! ¡A cada cerdo le llega su san Martín! ¡Y en abril aguas mil! (aquí es cuando uno ya empieza a desvariar…)

¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!! El enorme nubarrón negro le persigue a uno, enredado en un torbellino de pensamientos contradictorios y destructivos.

La pregunta es: ¿Qué ha hecho el susodicho mal nacido para herirme tanto?

Si nos paramos a pensar un poco, veremos cuanto de lo que hemos atribuido “al mal nacido”, no es al otro a quien le pertenece, sino a uno mismo. La imagen “del otro” como un espejo, nos devuelve, cegándonos, el destello de aspectos propios que detestamos. Proyectamos. Desplazamos. Juzgamos.

Percibimos a los demás, a través de nuestros ojos (¿ilusión óptica?¿miopía? ¿ceguera?) y de nuestros pensamientos (¿positivos? ¿negativos? ¿coherentes? ¿incoherentes?), de nuestras creencias (¿rígidas? ¿flexibles?) de nuestros prejuicios (¿incuestionables? y de nuestras experiencias (¿aprendizajes adecuados? ¿adaptativos? ¿disfuncionales?).

A la vista está: infinidad de posibilidades. Cada cual ve lo que está en condiciones de ver.

“¡Pues si yo lo veo así es que es así!”...Percepción…qué peligroso.

Percibimos a la persona tal como la juzgamos, y el juicio lo hacemos a través de la imagen que construimos de ella, y que necesariamente no coincide con lo que la persona es. Interpretamos lo que vemos según los elementos de los que disponemos. Cabría preguntarse de vez en cuando: ¿esto es así o puede ser de otra manera? ¿Existen otras posibilidades?”

Quizás, entonces, descubramos que La Verdad no es tan verdadera…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uaoo!! Esta vez quieres que nos estrujemos el cerebro, eh. Bien, si más no, es tranquilizador pensar que los psicologos sentís lo mismo que los "mortales" de emociones descontroladas que creemos que ello es causa de nuestra "primitividad".
Es verdad que a veces, nos ensañamos con alguien injusta o exageradamente (ahi es quizá, cuando nos peleamos con nosotros mismos o con nuestra vida). Pero también es verdad que hay quién se ha ganado a pulso nuestra ira, y como no hayas hecho cursos de yoga intensivos y tengas un temperamento "sangre de horchata", no puedes contener el "primate" que llevas dentro.
Quizá lo más correcto es pensar con la cabeza fria, analizar el porqué de nuestras reacciones y así poder corregirlas. Pero, al igual que entrenamos nuestro cuerpo en el gimnasio, hay que entrenar la mente hasta que actúe de forma espontánea.

Un abrazo

Cristina Murillo Jimenez dijo...

¡bingo!, construimos una realidad exterior partiendo de la propia interior, conforme nos queremos u odiamos a nosotros mismos, hacemos con el prójimo, y además es un secreto a voces que recibimos lo que proyectamos, somos bastante más responsables de las acciones de los demás de lo que solemos pensar...
buena entrada. un abrazo.

Anónimo dijo...

Me dirijo a Cristina: ¿Asi que la conclusión de este comentario es, que cuando nos rebotamos con alguien es por culpa de nuestras frustraciones? ¿Es que nunca podremos tener razón en nada de lo que nos quejemos, todo por haber tenido un pasado que nos ha dejado una herencia maldita y encima nos tendremos que sentir culpables por ello? ¿Nos tenemos que comportar cual "Madre Teresa de Calcuta" y aceptar todas las miserias que nos caigan "ya que ello ya venía en el "pack" de nuestro destino?..
Yo creo que también hay gente en "el otro lado". Personas que deberian reconocer que van por la vida avasallando y abusando del que creen mas debil (que no deja de ser cobardia). Es cierto que cuanto más fuertes nos volvamos, menos podrán éstos, hacernos perder los estribos. Pero mientras tanto, tampoco vayamos sintiéndonos culpables por "cada paso un poco torcido" que demos. La humildad es importante, pero en extremo, te vuelve tan pequeñito que te pueden pisar facilmente.

Pido disculpas por mi apasionamiento en el tema. Pasarte la vida con sentimiento de culpabilidad por todo lo que ocurre a tu alrededor, por las reacciones de los demás hacia ti, por tus reacciones ante los que te hieren.. es agotador.

Saludos
Teresa

Cristina Murillo Jimenez dijo...

Teresa, tienes razón en que hay gente horrible por ahí que no lucha, que arrasa por donde va, y no, no creo que debamos comportarnos como la madre Teresa (ojalá todo el mundo fuera como ella...(pero esto ya no sería la tierra, habriamos "pasado de nivel" je,je),y claro que hay motivo para quejarse, de hecho yo soy lo más alejado a alguien pacífico y humilde que conozco, solo digo que no necesitariamos entrar en polémicas... no pueden herirte si no estás expuesta, si has interiorizado lo que te hace debil, si has desenredado tu lio emocional, y has sabido esclarecerlo, si lo has procesado con exito,y lo has entendido y aceptado, te conviertes en una persona que se quiere y se respeta.. y sabia, porque una vez quitamos la paja podemos ver que lo que somos por dentro es especial, es algo bueno, y eres intocable, en una piel sana, el sol no quema, y la mente es como piel de la herida que somos, si es fuerte, si está bién entramada, protege la parte más vulnerable del interior, la herida...claro que puede llevarte toda la vida conseguir ese estado (no es mi caso, ¿eh?, más quisiera yo) solo que si eso ocurre, sea como sea la persona que tengo en frente, yo la veré según mis ojos, y si no hay grietas en mi seguridad, no necesitaré ponerme a la defensiva, no la veré como una amenaza, veré solo su debilidad, que me es tan familiar pero que ya no es la mia, porque estaré segura de mi, porque yo ya habré cicatrizado.
No hablo de sentirse culpable, todo lo contrario, hablo de sentirse superior, sin vanidad, seguro, sin altaneria, hablo de amarse sin soberbia, pero incondicionalmente, lo demás viene solo. Nada de culpabildad ;)
un beso.