jueves, 10 de enero de 2008

DOCTOR, ¿QUÉ ME PASA?

Ayer oí decir algo que me llevó a pensar largo rato:

“Detrás de todo enfado, hay una tristeza”

Es una constante en nuestras vidas. Las emociones mezcladas, difusas, confusas, enmarañadas. No distinguimos la mayor de las veces, lo que de veras sentimos. Nos cuesta manejarnos con nuestras emociones, identificarlas, ponerles nombre. Suelo hablar de esto porque me parece tan sorprendente como dramático. ¡Y tan humano! ¿Cómo dar la salida adecuada a la expresión de mis sentimientos si ni siquiera los reconozco? ¡Así de pobres somos! Cuando algo o alguien nos “subleva”, decimos que “no lo soportamos”. ¿Qué emociones se nos están rebelando? ¿Acaso nos sentimos amenazados? ¿O cuestionados? ¿Tal vez humillados? ¿O infravalorados? ¿Quizás castrados? ¿Asustados? ¿Inquietos? ¿Bloqueados? ¿Avergonzados? ¿Identificados?

Todas ellas son emociones distintas ¡Y de forma distinta deben gestionarse!

¿¿¿¿¿Qué pasa entonces si no sabemos lo que nos pasa????

Pues que probablemente daremos respuestas equivocadas.

No nos permitimos escucharnos de verdad, desde las tripas. Desde donde la razón no habla. Tal vez sea porque simplemente nunca nos entrenaron a hacerlo, o tal vez temamos lo que podamos encontrar allí. En todo caso, la inconsciencia no nos exime de la derrota:
mirando hacia otro lado no dejamos de sentir.

La vida es un proceso. Largo o corto, según se mire o se vea. Hay quien pasa por ella, de puntillas, despacio y temeroso, como ladrón que no quiere ser sorprendido en casa ajena. Huye de lo doloroso, no enfrenta. Aunque sin buscarlo, la desdicha encuentra.

“Detrás de todo enfado, hay una tristeza”

La tristeza como frustración. Como sensación de pérdida o de carencia. Quizás de fracaso o de logro truncado o inalcanzado. ¿Es frustración o tristeza lo que sentimos cuando algo muy deseado se nos escapa de las manos? ¿Y cuando no somos tratados como deseamos? ¿O correspondidos o amados?

De igual modo el enfado también enmascara frustración: por no ser valorado, reconocido, escuchado, tomado en cuenta…O por ser acusado, herido, maltratado, humillado, tratado con indiferencia…

Y cuando sentimos algo de eso, nuestro cuerpo nos alerta: el corazón se acelera, las tripas nos queman, y nuestra lengua escupe sapos y culebras…¡Nos han dado! Nos hirieron, nos frustraron, algo hemos perdido o no hemos alcanzado...

Será que detrás de todo enfado hay una tristeza…



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que el enfado viene cuando muchas veces no sabes interpretar que el enfado del otro no va contigo sino que se está reafirmando porque es algo importante para el. Es una idea que he leido hoy mismo en un libro"Un Nuevo Mundo, ahora" de Eckhart Tolle y me ha parecido interesante.
un abrazo

Mayte Leal dijo...

Gracias por tu aportación, Gemma.Tomo nota de esa idea, y también del libro. Comparto que el enfado es una forma de autoafirmación, y como tal, también de protección cuando uno se siente amenazado. Una especie de medida "preventiva" de protección a una posible agresión de su identidad, de su yo. En fin,en todo caso, a mí me parece que eso sigue siendo frustración al fin y al cabo.
¡Gracias de nuevo!