jueves, 27 de diciembre de 2007

SOLTANDO AMARRAS

Esta es la experiencia personal de alguien que se siente tan perdido como esperanzado. Un momento vital de cruces de caminos y "cul de sac". Situación de tremenda intensidad emocional, donde uno se juega la libertad de ser y estar. Agradezco tremendamente esta aportación, que aunque anónima, bien podrían firmarla muchos nombres.
La seguridad, el miedo y el mar.

Para todos nosotros, la seguridad resulta una bendición.

Valoramos tener cerca a nuestra familia y amigos más queridos, tener también una pareja a la que querer y que nos quiera, y sobre todo, valoramos el tener un trabajo estable que nos garantice seguridad económica.

Sin embargo, eso que tanto valoramos puede ser para algunos la peor de las trampas.

Hablo de ese grupo de personas (entre las que me incluyo) que a pesar de todo lo que hemos conseguido, albergamos otros sueños en nuestro corazón.

Unos sueños que, de llegar a hacerse realidad, harían que nuestra vida fuese más intensa, más plena, tuviese mayor sentido.

Pero todos nosotros, los soñadores, sabemos en el fondo cómo convertir esos sueños en realidades. ¿Por qué nunca llegamos a hacerlo? ¿Qué es lo que nos frena?

Yo me he hecho miles de veces la misma pregunta, y también tengo mi propia respuesta: el miedo me paraliza.

El miedo a no ser capaz de conseguir lo que quiero, el miedo a fracasar en el intento, el miedo a defraudar a las personas que me quieren, y sobre todo, el miedo a salir de mi “zona de seguridad”, de ese entorno en el que me siento protegida y segura, aunque no me sienta feliz.

Y no es fácil para mí convivir con esos miedos. Es más duro de lo que parece, pues todos ellos se han convertido en los barrotes que forman mi propia prisión. Y a veces siento que no tengo fuerzas para salir de ahí, a pesar de lo mucho que lo deseo.

Pero he descubierto algo que quiero compartir contigo.

Una vez leí que la vida es como el mar: profundo, intenso, desconocido, bello y peligroso. Con días de sol, calma y serenidad y con días de oscuridad, tormenta y desafíos. Y estoy de acuerdo.

También leí que nosotros somos como barquitos: más pequeños o más grandes, todos estamos hechos para navegar. Aunque algunos nos sentimos más seguros amarrados en el puerto, a pesar de que ése no es nuestro hábitat.

Debemos salir y explorar, dejar de ver nuestro puerto y lanzarnos mar adentro para buscar lo que hay más allá de lo que ya conocemos.

¡Ah! Eso significa renunciar a la comodidad y a la seguridad, salir de nuestra prisión y enfrentarnos a nuestros miedos, que suelen ser más terribles que la más terrible tempestad que podamos encontrar en nuestra travesía.

Entonces, ¿quién se atreve a soltar amarras y zarpar? También tengo mi propia respuesta. Sólo lo hará quien sepa hacia dónde debe dirigirse, qué es lo que debe buscar al otro lado del mar. O quien se lance a la aventura por el simple placer de navegar. En los dos casos, sea como sea, disfrutarán de las experiencias que encontrarán. Y estoy convencida de que esos valientes llegarán a alcanzar algún día sus sueños.

No hay más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

waw..gran verdad has escrito..como superar ese miedo para lograr a hacer todo aquello que deseas? como superar el miedo a equivocarse y a rectificar?.. con seguridad, orgullo y un par de..narices?!
todos tenemos ilusiones y objetivos que alcanzar y miedos que superar..esperemos perder un dia todo aquello que nos asusta y poder hacer todo aquello que nos acerca un poquito mas a la felicidad..
Ainhoa.