jueves, 27 de diciembre de 2007

REYES Y LACAYOS


Unos padres y su hijo paseaban por la calle mayor del pueblo.

El padre llevaba a su pequeño sentado sobre sus hombros. El niño, disfrutaba de las alturas, creyéndose un poderoso gigante. Miraba a su alrededor, con júbilo insolente y gritaba con voz solemne “¡Yo soy el rey!”

La madre, temerosa de que su pequeño enfrascado entre tanto aspaviento, cayera y se lastimara, le ordenó descender al suelo. El pequeño rey, enfurecido, arrojó contra ella una sonora protesta que estalló en escandalosa rabieta.

El padre, atónito y confuso, miró desafiante a su esposa y le dijo: “¿Ves, querida, lo que has conseguido?”


El niño calmado, siguió con su grito triunfal, “¡Yo soy el rey!”

Dice Salvador Minuchin que cuando un niño es “más alto” que uno de sus padres, es porque está sentado sobre los hombros del otro…

1 comentario:

MARY dijo...

Ese Munuchin tiene razón. ¿Qué seriamos sin padres ni madres? Ni siquiera existiriamos...
Saludos y buen post!!!