martes, 25 de diciembre de 2007

LA FAMILIA: CUANDO LOS MUROS AHOGAN



“¿Por qué tengo que protegerme con tanta frecuencia
de aquellos que dicen que me quieren?”

Ashleigh Brillant


La familia es un sistema dinámico que intenta preservar su equilibrio por todos los medios. Como una precisa y compleja maquinaria de relojería. Cada pieza ocupa un lugar estratégico y una función específica. Todo el engranaje se mueve en una graciosa danza sincronizada. Si una de las piececillas se desvía ligeramente de su trazado, las otras empujarán torpes, en un intento desesperado por mantener la inercia acostumbrada. ¡Peligro! ¡Esto va a explotar!

Y sólo hay un culpable…¿Quién osó desviarse?

Introducir cambios en un sistema puede ser visto como un acto amenazante de desequilibrio y muerte del propio sistema, no como una oportunidad de renovación y beneficio mutuo. Una lástima, ya que una simple revisión periódica ayudaría a la puesta a punto de toda la maquinaria, y evitaría, probablemente, futuras fugas o cambios inevitables de costosas piezas únicas.

En este intento desgraciado por sobrevivir, la familia se defiende torpedeando a su miembro incauto, “es lo mejor para él” “lo hacemos por su bien”…

Es liberador tener a un chivo expiatorio, culpable de todo mal. Desresponsabiliza, otorga poder y seguridad.

“Los perdedores son importantes, mucho más que los ganadores. Nadie puede ganar solo, necesita al derrotado para compararse con él. El perdedor forma parte de una categoría suprema: tiene el mérito de dejarse vencer para que otro sea proclamado vencedor”

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