
Lo curioso es que cuando atiendes a lo
diferente, observas que se acaba asemejando a otro igualmente
diferente, y por tanto, uniéndose a él como similar. Entonces me
cuestiono lo auténticamente distinto, aunque puedo percibir las
similitudes diferentes y las diferencias similares.
Estoy hablando de tipos de personas, de
cosas, de objetos que se asemejan o difieren entre sí, hablo de
ideas que parecen distintas pero no lo son, hablo de prejuicios que
por distintos que sean, tienen en común que lo son, hablo de ideas
preconcebidas, hablo del ser humano y de su confusión en el modo de
“ordenar el mundo”.
Básicamente ordenamos el mundo en dos
categorías: similar o diferente. Aunque no atinamos mucho en
“encasillar” correctamente, quizás, porque buscamos diferencias
donde hay similitudes. A eso me refiero.
Lo gracioso del asunto es que nos
enzarzamos en una incesante búsqueda de la diferencia en lugar de
atender a lo que nos une. En el plano individual, las personas suelen
desear “destacar” sobre el resto, mostrar su identidad única y
“sobresaliente”, saberse reconocidas, admiradas y señaladas como
“especiales y distintas”.
Honestamente, lo somos. Cada ser humano
es único e irrepetible, sin embargo, buscamos insistentemente ese
reconocimiento en los demás. ¿No es extrañamente absurdo?
Luego, siendo genuinamente distintos,
obramos de forma similar en lo erróneo: mucho patrón de repetición y poca originalidad. Nos dejamos conducir por los prejuicios aprendidos, por los aprendizajes
condicionados, por las experiencias vividas que interpretamos según
nos enseñaron, por las ideas preconcebidas acerca de lo que se
supone debemos hacer en la vida, cómo comportarnos, qué sentir, qué
pensar...Aceptando como Verdad lo que sin duda no lo es. Sin cuestionarnos, repitiendo mecánicamente lo que hemos aprendido.
Probablemente ésta sea nuestra miseria, ¿y quizás sale de ahí ese
ansia por “destacar”? ¿A quién beneficia? El anhelo por “la
diferencia” ha sido el germen de muchas batallas, pero también la
suerte de grandes logros.
La erótica de la diferencia es el
deseo de ser “oveja negra”, por distinta, no por oveja...
Pero son tantas las pretendidas ovejas
negras, que juntas forman un enorme rebaño, por tanto, podríamos
decir que es una multitud que se une en la similitud de querer ser
diferentes.
Paradojas del ser humano...
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