miércoles, 7 de marzo de 2012

DEPRIMIENDO A CONCIENCIA


Todos, en alguna ocasión, hemos dicho o hecho algo que despierta la tristeza en el otro. Y no me refiero a herirlo atravesándolo con palabras punzantes o malintencionadas, no. Esto no tiene ninguna gracia, es fácil y previsible. Me refiero a algo mucho más refinado, y que para colmo de males, ni siquiera planeamos.

Y digo yo, que siendo una estrategia tan efectiva, vale la pena que pongamos interés en aprenderla bien y en ejecutarla mejor, porque puedo asegurar que el resultado no es bueno, sino óptimo. Y es que, si hemos de deprimir al prójimo, hagámoslo como Dios manda. A conciencia. Sabiendo qué teclas tocar para que suene la música que queremos oír, o aún mejor, dejar de escuchar. Y es que esta técnica tiene un plus de excelencia que consiste en acallar los lamentos del deprimido, ya que la herida crece hacia dentro, sin riesgos de fuga, y por tanto, regalándonos su silencio.

¿Qué más se puede pedir? Noqueamos al otro sin ensuciarnos las manos.

Instrucciones de uso para un perfecto resultado: Buscamos un sujeto que se preste. El desdichado puede ser un hijo, una esposa, un padre, un amante…Todos son excelentes candidatos.

Una vez elegido el blanco, sólo debemos esperar la ocasión y frustrarlo. Para garantizarnos el éxito, es recomendable ilusionarlo con algo, encender la llama de la posibilidad, y alimentar la espera. Ya sabéis, mensajes motivadores del tipo “Quizás” “Puede” “Ya veremos”. Cuando el sujeto casi sienta que lo tiene, que lo que sea que desea va a ocurrir, entonces…¡Zas! ¡Ésa es la nuestra! Le soltamos un buen gancho directo a las entrañas. No le permitimos. Le negamos.

La clave está en atinar con algo suficientemente cortante como para segarle el derecho a réplica. Debe ser algo culposo pero sin parecerlo. Esto se logra disfrazándolo de bondad infinita, de un acto generoso irrechazable. Mejor si lo acompañáis de expresiones célebres, que suelen dar excelente resultado:

“Lo hago por tu bien” “Sabes que lo hago por ti, porque me importas” “¿Pero aún estás enfadado conmigo? Anda, dame un abrazo, que yo te perdono” “No sabes cuánto sufro viéndote así. No me hagas esto” “¿Acaso no ves que no soporto que te enfades conmigo? “ “Me duele que me trates así…”

Habría otras muchas frases estupendas, pero lo dejo para vuestra investigación y disfrute.

Y estocada mortal. ¿Quién se atreve a arremeter contra alguien que “no lo ha hecho queriendo”, y además “en nombre del amor y por nuestro bien”?

Recordad: deprimir a alguien es muy fácil; basta con decirle algo que encienda la llama de su rabia, y rápidamente cerrar cualquier vía de escape para que no pueda descargarla. Será aquí donde precisaréis de las frases anteriormente citadas, eso sí, acompañadlas de un gesto cálido, amable…y sufriente, a poder ser. Esto último les crea una sensación de culpa de dimensiones estratosféricas. Veréis que hasta su cuerpo se doblega. Señal inequívoca de vuestro éxito. ¡Enhorabuena! Habréis logrado que se sienta un saco de arena y merecedor de tan honorable condición.

Y si sois principiantes, no desfallezcáis, seguid practicando y lograréis el éxtasis: La languidez paulatina del desdichado. Habréis alcanzado el máximo nivel, la Maestría…


Dibujo:http://www.pintar-colorear-dibujos.com/dibujo/colorear,deportes,boxeo,canguro,guante.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que se parece mucho a lo que hemos hablado hoy...cuanta razón. un abrazo! E.

PsicoRenacer dijo...

Me ha gustado mucho la entrada, la he incluido en mi resumen de la semana. Te dejo el link: http://www.psicologosrenacer.es/psicologos-renacer/psicologos-mi-resumen-de-la-semana-5/

Mayte Leal dijo...

Ok, gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo.