“La boda con Dunia era para él sencillamente indispensable y no concebía tener que renunciar a ella. Desde hacía años, y muy en secreto, pensaba con deleite en una muchacha virtuosa y pobre. Muy jovencita, muy linda, digna y educada, muy encogida, que hubiera pasado muchos sinsabores, desamparada ante él, una mujer que le tuviese toda la vida por su salvador, que estuviera pendiente de él, que fuera sumisa y le admirase a él y sólo a él. ¡Cuántas escenas, cuantos dulces episodios había forjado en su imaginación sobre este tema sugestivo…! (…)
Una criatura con tales cualidades había de agradecer humildemente, durante toda la vida, su hazaña (la de salvarla), alienando fervorosamente su personalidad ante él, mientras él ejercería su dominio ilimitado y absoluto.”
Fiódor Dostoievski, describía así, hace más de 120 años, a uno de sus personajes, el maquiavélico y despótico Piotr Petróvich, en su obra sublime “Crimen y castigo”.
Eso explica porqué no nos enamoramos de cualquiera…No todos nos sirven. Seleccionamos, sin saberlo, al candidato/a idóneo/a que encaje con nuestras necesidades y pueda satisfacerlas. Como una llave a una cerradura, buscamos encajar. Sin llegar a la perversión manipuladora y consciente de nuestro amigo Peróvich, pero el proceso es idéntico: buscamos en el otro cierta utilidad, bien sea sentirnos protegidos o proteger, ser salvados o salvar, ser sacrificados o sacrificar…y por supuesto, también hay quien busca la equidad, dar y recibir, ofrecer y aceptar.
2 comentarios:
Al igual que aquel hombre al que preguntaron en un juicio: ¿reconoce usted que pega a su mujer? Y él contestó: Yo la pego lo normal! Se podria preguntar a muchas mujeres: ¿A usted la maltrata su marido? Seguro que mas de una contestaria: Pues supongo que lo normal!! La llave y la cerradura perfectas!
Ya sé que no se habla del maltrato fisico en esta entrada, pero me ha venido esta comparación a la cabeza.
También pienso que hay personas que tienen diferente comportamiento segun sea su pareja. Si él es bueno, ella se crece. Si él se siente poderoso, ella se siente diminuta. Y en este caso, si él la encuentra en el peor momento de su vida y la ayuda a salir de este, ella lo agradece cual perro apaleado al que le han curado sus heridas.Y a partir de ese momento él es su dueño y señor..
El problema viene cuando ella no se conforma en seguir siendo martir para siempre. Que apareció esa pareja en ese momento que tenía esa necesidad, y aceptó sin pensar en las consecuencias..
Quizás me he salido un poco del tema..
Un saludo!
Es sorprendente como nadie mas que yo, ha comentado nada sobre este tema de tu entrada, Mayte. Cuando creo que es algo que tantas parejas podrian darse por aludidas..
En fin, que a mi me ha resultado muy interesante y muy util para reflexionar sobre ello.
Un abrazo!
Carmen
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