lunes, 19 de mayo de 2008

luchas de poder: cuando las cosas no son lo que parecen


EL PODER tiene una acepción negativa (es propio de arribistas, corrompe). Pero no es así. Es un fenómeno natural que tiene que ver con las relaciones personales. Se dan en toda relación humana. Es el motor de cualquier organización o sistema (familia, institución, empresa…). Hay que aprender a gestionarlo para sacarle el máximo rendimiento y utilizarlo adecuadamente, de manera generosa y útil.

¿Quién corta el bacalao en casa? Esa no es una pregunta extraña. La hemos oído cientos de veces. Una muestra clara de la normal existencia del poder en las relaciones interpersonales, y más concretamente, en la pareja.

¿Y cómo se ejerce ese juego de poder entre dos? Las luchas de poder en la pareja no siempre son visibles y explícitas. ¿Quién ordena y quién acata? ¿Quién hace qué para que el otro diga o deje de decir? ¿Quién condiciona y predispone? No todo es lo que parece… A veces, como en la guerra, cuando se combate cuerpo a cuerpo, la resistencia pasiva puede ser una estrategia no sólo de supervivencia, sino también de victoria.

¿Quién no ha sentido “que el corazón se le parte” al ver en el otro una mirada triste o una actitud suplicante? Y en momentos así, el dolor hiriente y penetrante de la siempre tan convincente culpa que nos mira de frente y nos obliga a retroceder. ¿Quién no ha bajado la guardia, en situación así, y abandonado la lucha, rindiéndose?

¡Pues ahí está! ¡La victoria del aparente perdedor!

Observando el cuadrilátero, se pueden ver distintos estilos de asalto. Unas veces claros, explícitos y contundentes, entre dos pesos pesados (con ovaciones y abucheos de un público dividido) y otras muchas, aparentemente descompensados, entre púgiles de distinta talla. El discreto peso pluma sabe que debe evitar un embiste directo. Emplea movimientos de cintura tan indirectos y sutiles, que se acerca sin acercarse y golpea sin golpear, valiéndose de su aparente inferioridad, hasta acercarse lo suficiente para propinar un buen gancho al fortísimo contrincante y dejarlo KO. Ese es el arte de la resistencia pasiva.

No soy lo que parezco: un delicado jarrón de porcelana china al que hay que cuidar para que no se quiebre. Pero esa débil apariencia es mi arma. En verdad soy un cántaro de barro, resistente y práctico.”

(alguien en una sesión de terapia)


1 comentario:

Carles Català dijo...

Pienso que hay gente que tiene muy claro dónde quiere llegar y de qué manera lo va a conseguir, y utiliza lar armas que tiene al alcance. Es cierto que las relaciones de poder no son siempre ordenar-obedecer, sino que son mucho más sutiles. Y, en definitiva, el mundo se mueve así, con dinámicas constantes de tira y afloja...
De todas maneras, a veces creo que nos somos más que unos pobres supervivientes que navegan en la selva haciendo lo que pueden.