martes, 29 de abril de 2008

yo no soy nadie


La Historia está plagada de tristes canciones de (des)amor… De mujeres valerosas pero en exceso sufrientes, que no supieron o no pudieron, por la época en que les tocó vivir, dar un golpe de timón en sus vidas, y soltar amarras de un anclaje tan profundo como dañino: sus propios maridos. Torturadores socialmente aceptados, que impusieron una forma de vida a sus mujeres, aniquiladora y castrante. Es el caso de Juan Ramon Jiménez.
Su esposa Zenobia, una mujer inteligente, generosa, activa, culta y sobre todo, capaz y con demostrada habilidad para la escritura, se permitió morir en vida al lado de un ser tan despreciable y ruin, como era JR Jiménez. Una persona amargada, cuyas manías, egoísmo y locura, amordazó para siempre la alegría y libertad de Zenobia.
Se sabe que JR Jiménez era un enfermo mental, pero de esos enfermos malignos que sobreviven a costa de destruir a los demás. Entre sus múltiples “manías” no soportaba el más leve movimiento o ruido cuando escribía, y a fin de no ser molestado por este motivo, obligaba a Zenobia a quedarse durante horas y horas, encerrada en el lavabo (también cuando éste dormía la siesta), a lo que ella asentía tristemente declarando “claro, es normal que si está inspirado no quiera que le entorpezca nada…”

¡Cuántas mujeres llaman amor a lo que en realidad es dependencia! ¡A la necesidad patológica del otro, al parasitismo más feroz y destructivo!

Y como Zenobia, renuncian a su individualidad, a su persona, a la intimidad de su ser, y se entregan en cuerpo y alma a sus parejas, olvidando lo que un día fueron: mujeres libres, fuertes y valerosas, con inquietudes y ganas de vivir. Al fin y al cabo, Personas.
(información biográfica extraída del libro "Historias de mujeres", de Rosa Montero)

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