Un hombre le pide ayuda a su vecino para mover el sofá que se quedó atascado en la puerta. Ambos forcejean un buen rato, pero no consiguen moverlo. Vuelven a intentarlo. Insisten una y otra vez. Los hombres acaban agotados, exhaustos, pero el sofá permanece atascado. Finalmente, el hombre, derrotado y con claro desánimo, le dice a su vecino:
- ¡Dejémoslo ya! Por más que lo intentemos, no lograremos entrarlo.
El vecino, perplejo, le responde:
- ¡Ah! ¿Pero se trataba de entrarlo?
Invertimos mucha energía en la dirección equivocada. Malgastamos valiosos recursos, como la ilusión, el entusiasmo o la paciencia…en relaciones que no son correspondidas. Peleamos para convertir al otro en aquello que nosotros deseamos, para encajarlo en nuestra idea de amor o de pareja ideal, y lo hacemos con fiereza al principio y con declarada desgana y resignación al final, cuando entendemos, por fin, que no lo podemos cambiar.
A menudo, vienen a terapia parejas cuyos cónyuges provienen de planetas distintos. Asombra verlos juntos ¿cómo hicieron para encontrarse? Hablan idiomas diferentes: las aficiones de uno, son la cruz del otro, el deseo de uno es el suplicio del otro, donde uno ve el sol, el otro ve la luna. Son visiones diferentes de la misma realidad. Tan legítimas ambas, como infinitamente alejadas. Sin proyecto común, no hay relación de pareja posible. Y es que, vivir bajo el mismo techo no nos convierte en pareja. Se necesita mucho más. Estar “en la misma onda” ¡Para empezar!
No deja de sorprender como parejas cuyos mundos particulares nunca convergieron, siguen peleando e insistiendo para que las cosas sean como nunca llegarán a ser. Atrincherados en sus posiciones de inmovilismo sufriente nunca consideraron la posibilidad de una separación. Eligen continuar atrapados en una batalla que se perpetuará cobrándose tristeza, amargura, rabia y quien sabe qué más.
Ninguno de los dos entiende que deba cambiar. Es el otro el que ha de hacerlo, piensa cada cual. Y así, como el sofá del cuento, atascados, pasan los días, las semanas y los años…Cuánto tiempo perdido, ¿verdad?
Y energía perdida, y oportunidades perdidas…
- ¡Dejémoslo ya! Por más que lo intentemos, no lograremos entrarlo.
El vecino, perplejo, le responde:
- ¡Ah! ¿Pero se trataba de entrarlo?
Invertimos mucha energía en la dirección equivocada. Malgastamos valiosos recursos, como la ilusión, el entusiasmo o la paciencia…en relaciones que no son correspondidas. Peleamos para convertir al otro en aquello que nosotros deseamos, para encajarlo en nuestra idea de amor o de pareja ideal, y lo hacemos con fiereza al principio y con declarada desgana y resignación al final, cuando entendemos, por fin, que no lo podemos cambiar.
A menudo, vienen a terapia parejas cuyos cónyuges provienen de planetas distintos. Asombra verlos juntos ¿cómo hicieron para encontrarse? Hablan idiomas diferentes: las aficiones de uno, son la cruz del otro, el deseo de uno es el suplicio del otro, donde uno ve el sol, el otro ve la luna. Son visiones diferentes de la misma realidad. Tan legítimas ambas, como infinitamente alejadas. Sin proyecto común, no hay relación de pareja posible. Y es que, vivir bajo el mismo techo no nos convierte en pareja. Se necesita mucho más. Estar “en la misma onda” ¡Para empezar!
No deja de sorprender como parejas cuyos mundos particulares nunca convergieron, siguen peleando e insistiendo para que las cosas sean como nunca llegarán a ser. Atrincherados en sus posiciones de inmovilismo sufriente nunca consideraron la posibilidad de una separación. Eligen continuar atrapados en una batalla que se perpetuará cobrándose tristeza, amargura, rabia y quien sabe qué más.
Ninguno de los dos entiende que deba cambiar. Es el otro el que ha de hacerlo, piensa cada cual. Y así, como el sofá del cuento, atascados, pasan los días, las semanas y los años…Cuánto tiempo perdido, ¿verdad?
Y energía perdida, y oportunidades perdidas…
2 comentarios:
¡Y cuánto daño puede uno llegar a causar, a uno mismo y a terceras personas, por ese empecinamiento en querer que los demás hagan o sean como uno desea! ¡Cuánto egoísmo ciego! Después de eso, solo quedan unos ojos llenos de lágrimas y un querer pedir perdón, pero ¿cómo hacer para compensar el daño causado, por todos los meses de sufrimiento y dolor? Todo por no saber coger la espada y romper con el puñetero nudo gordiano, como muy acertadamente comenta Miguel en su blog...uno prefiere arrastrar a los demás en su infierno particular y no se da cuenta que lo único que hacer es causar daño y sufrimiento, hasta que se da cuenta ¡tanto tiempo después!
Felicidades por el blog y, como se dice en un comentario anterior, ser capaz de sintetizar situaciones tan complejas, esta vez no pude reprimirme y pasé de lector a participante.
El cambiar es parte de la vida, queramos o no el cambio es inevitable,claro que gradual en cada persona dadas las circunstancias y su entorno social;más que tiempo perdido diría que la ceguera es necesaria, después de divagar por el mundo de las ilusiones(es un mundo existente a mi parecer) alimentar algo que sólo uno retroalimenta,vaya el golpe de la realidad derriba las defensas y las lágrimas ,sufirmiento y demás sentimientos de uno mismo y pues de personas inmersas en esto pues, sólo esto garantiza de una forma relativa el fortalecimiento del espíritu y cuerpo de aquellos que 'padecieron' esto.Además pues si uno siento algo ''especial''por así decirlo,estamos en la capacidad de canalizar ese sentimiento hacia otros aspectos de nuestras vidas, si en un principio esas energías,ilusiones paciencia(...)sólo lo volcamos a ese algo''especial'',pues nosotros mismos estamos perdiendo el tiempo,encontrar esa especie de sosiego a pesar de que la otra persona no esté con uno es entender quizás que lo espiritual puede prevalecer sobre lo material,aún cuando a veces parezca no ser suficiente, aun cuando la mayoría de personas no piensen y sientan así(no se si me miento pero sí que funciona), a mí me pasó y es por eso que me animé a mandarme con este rollo; el perdón es tan innecesario como inexistente,perdón de las palabras que dijiste acondicionado por las circunstancias, del daño que provocaste,para mí la palabra sería misericordia,claro que es lo pienso, bye me gustó en demasía tu blog... harold325.blogspot...(disculpen el enorme rollo)no soy así lo confieso... :)
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