domingo, 27 de enero de 2008

DOS MUNDOS


En cierta ocasión, Sabina preguntó a Franz: "¿Por qué no usas, alguna vez, tu fuerza contra mí?” “Porque el amor significa renunciar a la fuerza”, le respondió Franz. Y Sabina comprendió en aquel momento, que Franz jamás sería su hombre.

Franz hablaba a Sabina de su condición fiel, pensando que eso es lo que cualquier persona busca en su pareja, y creyendo de ese modo que la conquistaría.
Franz no sabía que Sabina estaba fascinada por la traición, los celos, la pasión…y que la fidelidad no significaba para ella más que hastío, conformidad y aburrimiento.

Cuando en cierta ocasión, Sabina le había hablado de sus paseos por los cementerios, Franz se estremeció de asco. Para él los cementerios no eran más que depósitos de huesos y piedras; para ella, el único recuerdo nostálgico de su Bohemia natal.

Franz admiraba la patria de Sabina. Cuando oía las palabras prisión, persecución, tanques, le parecía aún más bella. Admiraba su lucha revolucionaria, la vida jugada a gran escala en el riesgo, coraje y peligro de muerte.
A Sabina no le gustaba aquel drama. Las palabras prisión, persecución, tanques, le parecían feas y desprovistas del más mínimo perfume romántico.

Ambos cerraban los ojos en los momentos más intensos del amor. ¿Se encontraban finalmente en la misma longitud de onda? Franz cerraba los ojos cautivo de placer, y Sabina también los cerraba: Aborrecía que Franz hiciera eso. Por eso evitaba verlo cerrando ella misma sus ojos.

(La insoportable levedad del ser. Milan kundera)

Es muy frecuente que acudan a terapia de pareja, personas de dos mundos diferentes. Irreconciliables porque nada tienen en común. Dos personas que quizás nunca vieron juntos el mismo horizonte, o que tal vez, por el camino dejaron de verlo. Lo cierto es que el empecinamiento en navegar en el mismo barco, les conduce irremediablemente a la deriva. Es difícil llegar a buen puerto, cuándo se rema, a la vez, en direcciones diferentes…

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