domingo, 16 de diciembre de 2007

VIENDO MÁS ALLÁ DE MIS NARICES

Yo soy usuaria habitual de RENFE, y en el tren, en mi trayecto a casa bordeando la costa, puedo sentarme a la derecha o a la izquierda del pasillo central. Si me sentara únicamente en el asiento de la izquierda y me pasara el camino observando a través de la ventanilla, sólo vería mar. Un inmenso y tranquilo mar. Sin nada que lo perturbe. Horas y horas de extenso color azul grisáceo… En cambio, si me sentara únicamente en el asiento de la derecha y me pasara todo el rato observando a través de la ventanilla, sólo vería árboles y más árboles, quizá alguna casa, algún poste… Sólo la curiosidad hace que me incline unos días a mirar hacia la derecha y otros hacia la izquierda, de esa manera sé que el paisaje de la costa del Garraf lo conforma un azul mar bordeado por verdes montañas…

¡Pues yo tengo razón y el otro se equivoca! ¿Cuántas veces nos engañamos con una verdad tan poco absoluta? Nos cuesta terriblemente ponernos en la piel del otro para entender un punto de vista distinto al nuestro. Y lo gracioso del asunto es que no lo hacemos por fastidiar sino que realmente estamos ciegos y no lo vemos. Cuestionar nuestra terquedad supone tomarnos unos minutos de humildad para esforzarnos por entender qué caray nos cuentan. Perdemos una buena oportunidad de ver más allá de nuestras narices...

1 comentario:

Miguel Ángel Raya Saavedra dijo...

Muy de acuerdo con lo que dices. Creo que inicia una reflexión muy interesante, en la que traslada cierta responsabilidad en la empatía que podemos sentir por las posturas de los demás. Tal vez tus reflexiones podrían tener continuidad con la diferenciacón entre empatía y simpatía, que parece que confundimo mucho hoy día.

Felicidades por el blog,