martes, 12 de abril de 2016

EXIGENCIA PARADÓJICA (pidiendo imposibles)

Hacemos cosas extrañas, en serio. Me fascina nuestra capacidad para el absurdo. Estamos entrenados en eso, y lo curioso es que no tenemos conciencia alguna.

A menudo acuden a terapia padres indignados con sus hijos, o parejas desesperadas, cuya queja suele ser: “Yo quiero que Fulanito haga X, pero además quiero QUE SALGA DE ÉL

Y los más soñadores añaden: “Y que lo haga con alegría, porque le apetezca, no porque se lo pido yo”

¿No es extraordinario? Analicemos el absurdo “que salga de él”

En el momento en que EXIGIMOS algo, ya estamos impidiendo su ESPONTANEIDAD. Por tanto, “que salga de él” es una petición de imposible ejecución.

Es una paradoja. Un absurdo. Una trampa.

Si pretendemos que el otro haga de forma voluntaria y espontánea lo que NO hace de forma voluntaria y espontánea, ¿no estamos pidiendo un imposible y castigando su incumplimiento?

Entonces el resultado no puede ser otro que la impotencia por parte del exigido, que no podrá cumplir la exigencia y la frustración por parte del exigente, que se sentirá “desoído”..Un cul-de-sac, vamos. Persistir en esta dirección es invertir en desazón y resentimiento. Es perderse en pretensiones.

Veamos este lío más de cerca:

¿Te nace a ti lo que no te nace?

Es decir, no nos contentamos con que el otro, atendiendo a nuestra petición y con demostrado esfuerzo, haga aquello que no le place (o no le nace), sino que ¿exigimos que le “nazca”? ¿No es de locos esa exigencia?

Quizás lo que “el demandante”en realidad esté queriendo expresar, probablemente sin siquiera ser consciente de ello, sea algo así:

Querido Fulanito, quiero que hagas X (algún imperativo intransigente) sin que yo tenga que pedírtelo, porque no soporto sentirme mal (culpable) por forzarte a hacer algo que sé que no te apetece (o simplemente tu naturaleza no te permite hacer), pero que sin embargo, insisto en que hagas.

De modo que deseo me liberes de esa desagradable sensación y la única manera posible es que me complazcas cumpliendo mi fantasía, y lo hagas no sólo sin rechistar, sino además sintiendo de corazón el fervoroso deseo de hacerlo. Pero recuerda: nada de esfuerzos. Necesito ver que sale de ti de forma natural, con una innata disposición, sino no me sirve.

Y desde luego, espero que puedas reconocer el sufrimiento y sacrificio al que me sometes por tus reiteradas negativas a sentir y a hacer lo que yo te exijo.



Obviamente no hay mala fe detrás de este absurdo, sólo unas ganas infinitas de que las cosas (y las personas) sean como nos gustaría que fueran...pero la realidad es terca y muchas veces se resiste a nuestros deseos.



(la viñeta como no, de El Roto)

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