jueves, 23 de diciembre de 2010

AFORTUNADAMENTE


Tiene su guasa. Hace algunos años, alguien me sorprendió con un comentario algo marciano:

¿Sabes cuánta gente entra en el google buscando “qué hacer si te toca la lotería? Alucinarías”.

En ese instante, mi mente creativa imaginó miles y miles de almas cándidas vagando por el espacio cósmico buscando soluciones desesperadas a su futuro problema: ¿y qué pasa si me hago rico y no sé qué hacer con la pasta? Menudo dilema implicativo… ¿Qué hago después de pagar mis deudas? ¿invierto en un negocio? ¿y en cuál???? ¿Algo tendré que repartir entre la familia…o no? Quizás sería mejor mantenerlo en secreto, no vaya a ser…Claro, ¡es que si le doy un pellizquito a fulanito…se quejará menganito! Dios que estréssssss…

¡Pero sería tan feliz! ¡Tan afortunado! Se irían al cuerno todos mis problemas…

¿Quién no ha caído alguna vez en semejante trampa? Sería iluso decir que el dinero no es útil, que lo es, pero sólo si uno sabe qué hacer con él. De ahí tanta angustia internáutica a la búsqueda galopante de una respuesta mágica. Y es que ésta es una cuestión crucial: Si no descubrimos qué cosas nos apasionan, con qué cosas disfrutamos, qué nos gustaría hacer con nuestro tiempo…No habrá dinero en el mundo que nos ayude a sentirnos afortunados.

No descubro nada nuevo si digo que muchas personas que fueron agraciadas con grandes sumas de dinero, al entrevistarlas un tiempo después, revelaron sentirse tremendamente infelices. Al parecer, aquel acontecimiento vital que fue vivido como la gran suerte de sus vidas, panacea a todos sus problemas, no cumplió con lo esperado. La devacle emocional es tremenda, porque ¿qué se puede esperar de la vida si aquello con lo que siempre soñamos como única solución a nuestros problemas, descubrimos que no lo es?

Y es que, jugársela a una sola carta, depositar exclusivamente en el dinero la suerte de uno, es apostar a caballo perdedor.

La suerte sólo es de quién se cree que la tiene, y para eso, hace falta algo más que dinero. Sentirse bien con la vida que uno lleva, habiendo encontrado pequeños momentos de bienestar, reconociéndolos y disfrutándolos. Tener un proyecto de vida ilusionante, sentirse acompañado, disponer de buena gente, compartir buenos momentos… Esa es, probablemente la única forma de invertir en suerte. Si además disponemos de dinero, será estupendo, porque sabremos qué hacer con él, y no esperaremos ingenuamente a que el dinero sepa qué hacer con nosotros.

Dicen que la felicidad depende más de cómo vivimos las cosas, que de las cosas que vivimos…

Mis felicitaciones: “Hemos sobrevivido a la Lotería. ¡Sobreviviremos a la Navidad! “

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