lunes, 26 de octubre de 2009

¡IGNÓRALO!...SÓLO VIVE CONTIGO


Hace un par de días, en la calle, me crucé con dos mujeres jóvenes, que andaban enzarzadas en una charla de “alta intensidad” (por el volumen de sus voces).

Una de ellas, parecía tener problemas con su pareja, cosa que dedujimos los transeúntes allí presentes, por el consejo casi imperativo, a voz en grito, que le sugería su buena amiga:

“¡¡¡¡LO QUE TIENES QUE HACER ES NO HACERLE CASO. YA SABES CÓMO ES!!!!”

¡Toma ya con el consejito!

Lo siento. No estuve a tiempo de taparme las orejas, de manera que oí el bienintencionado y sin embargo desafortunado consejo.¡Cuidaín con esas inocentes palabras!

Es cierto que no tengo ni la más remota idea de cual era el motivo de la acalorada conversación, ni la preocupación de la “individua sufriente” en cuestión, pero esa frase, tantas otras veces escuchada, me despertó las alertas de forma casi automática.

“Lo que tienes que hacer es no hacerle caso. Ya sabes como es”

Cada vez que la oigo, me viene a la mente, como un resorte, una vieja canción de El último de la fila, que dice algo así “Si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir…”

Vamos a ver, ¿hay alguien en este mundo que quiera ser ignorado? Qué quiera ser invisible a los ojos de su pareja? ¡Pues eso! Mal consejo.

Sentirse invisible, no percibido, no escuchado, no visto, frustra las expectativas de ser reconocido y valorado, y eso duele, humilla, enfada y entristece. Y se actúa en consecuencia, claro…

Y es que, ignorar el problema, no hace que se esfume. Es algo así como los niños cuando se tapan la cara para “desaparecer”, y en su fantasía, te gritan entusiasmados un “¡No estoy!”, creyendo, de veras, que no puedes verlos.

Quizás, probar una nueva fórmula de relación con esa persona en conflicto, podría ser una buena recomendación. Quizás en lugar de ignorarlo/a, para supuestamente “anestesiarnos” contra el sufrimiento, sería bueno intentar “escuchar con las orejas bien abiertas” qué caray nos está queriendo decir con esa actitud desagradable, o con esas palabras tan hirientes, o con esos reiterativos reproches ¿Qué pretende? ¿Qué busca? ¿Qué necesita?¿Qué nos está intentando decir más allá “de lo que dice”? Y ahora viene lo mejor: ¿En qué medida contribuyo yo a esta situación? ¿Qué hago o dejo de hacer qué dispara el clic en el él/ella? ¿Qué puedo hacer yo para romper con este círculo vicioso? ¿A qué estoy dispuesto/a?

Somos responsables al 50% de la relación de pareja que hemos construido. Para bien o para mal, por acción u omisión hemos contribuido a lo que tenemos. Y nuestra es la capacidad de decidir que elegimos hacer al respecto. ¿Seguimos como estamos? Esto nos lo garantizamos haciendo más de lo mismo, imperturbables en nuestros gestos, palabras y acciones, ¿o bien, nos atrevemos a introducir algunos cambios en nuestro proceder, en lugar de esperar a que sea el otro el que dé el primer paso?

Entonces, ¿Seguimos soñando o pasamos a la acción?




1 comentario:

PANDORA dijo...

Yo me he pasado la vida haciendo esto con mi ex-marido, básicamente porque mi madre me lo decia con respecto a mi padre....no le hagas caso, ya se le pasará..y en casa nunca se dicutia nada, mi padre decia y mi madre hacia lo que le parecia bien, yo he reproducido esta conducta toda mi vida ;-(