jueves, 10 de julio de 2008

PARA VOLVERSE LOCO



Nos comunicamos. A todas horas, con todo el mundo. La no-comunicación no existe. Hasta el silencio comunica algo.

Dicen que las mujeres y los hombres nos relacionamos de manera distinta. No sé. Ellos dicen de ellas que se manejan en un doble mensaje, en ocasiones contradictorio. Entre risas, comentan “Ojo con ellas! Donde dicen no, están diciéndote sí!”
No sé.

Lo cierto es que nos comunicamos. A todas horas, con todo el mundo.

Las palabras no son las únicas que emiten mensajes. Los gestos también lo hacen. Es más, suelen delatarnos porque no los controlamos de manera consciente. ¡Cuantas veces la expresión de nuestra cara no casa con nuestras palabras! Confundimos a nuestro interlocutor, quien tendrá que escoger entre uno de los dos mensajes emitidos…¿Hará caso a lo que se dice o a lo que
se hace?

Si trasladamos esta situación al contexto de pareja o de padres e hijos, podemos imaginar cuantos problemas puede suscitar este tipo de doble mensaje. Sin duda, se dará una situación paradójica sin escapatoria posible. El interlocutor que reciba mensajes contradictorios por dos canales distintos, estará atrapado sin poder responder eficazmente a ninguno de ellos. Porque no se puede escoger lo uno y su contrario a la vez.


“Una madre judía le compra a su hijo dos corbatas, una roja y una azul. El niño, contento, se pone la corbata roja y se la enseña a su madre, buscando agradarle; la madre le responde: “No te gustó la azul…” Ante esa respuesta, el niño se coloca la azul y se la enseña a la madre, esperando gustarle, esta vez... Pero la madre le responde: “No te gustó la roja…” Así que el niño, angustiado, se pone las dos corbatas juntas. Loco, le llamaron."





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